Garcihernández

La caballería de Wellington, con la excepción de la de la Legión Alemana del Rey, nunca tuvo muy buena prensa con respecto a su actuación en la Península. Sin embargo, en la batalla de los Arapiles se vio una caballería de lo más efectiva con la completa destrucción del centro del ejército francés por parte de los jinetes de Le Marchant. Además, el 23 de julio de 1812, se produjo un acontecimiento inusual en el pueblo salmantino de Garcihernández: la caballería logró romper los cuadros de infantería.

El ejército francés se retiró del campo de batalla de los Arapiles atravesando el frondoso bosque de encinas al sur del Arapil Grande y luego el puente de Alba de Tormes, que le conducía camino de Peñaranda, para así huir finalmente hacia Valladolid y Burgos.

Wellington acompañó a la caballería de Anson en persecución de la retaguardia francesa. Detrás de las tropas de Anson iban las divisiones Primera y Ligera, que estaban bastante frescas por no haberse visto involucradas en los combates más duros del día anterior. También perseguía a los franceses la brigada de Bock de la Legión Alemana del Rey, el 1º y 2º regimientos de dragones de la Legión Alemana del Rey, regimientos éstos últimos que iban a desempeñar el papel protagonista el día 23 de julio.

Los escuadrones de Anson alcanzaron a la retaguardia francesa en el pequeño pueblo de Garcihernández, en el camino de Peñaranda. Las tropas en la retaguardia francesa eran las de la Primera división de Foy que casi no había combatido el día anterior. Con ellas estaban los Cazadores de Curto y una batería de artillería. Cuando aparecieron los hombres de Anson los Cazadores franceses se detuvieron al este de García Hernández, mientras que la infantería comenzaba su retirada por el camino de Peñaranda. Wellington vio primero a los Cazadores y a la infantería marchando en la distancia. Anson recibió órdenes de atacar inmediatamente con dos escuadrones del 11º y el 16º de dragones ligeros respectivamente.

Los dragones ligeros formaron en línea para iniciar la carga y a ellos se les unieron los escuadrones más avanzados de la brigada de Bock de la Legión Alemana del Rey. Los Cazadores de Curto huyeron y el 1º de dragones pesados de la Legión Alemana del Rey les persiguió. Los alemanes cabalgaban en persecución cuando de repente se vieron sorprendidos por una descarga de mosquetes proveniente de un cuerpo de infantería francés que había estado esperando en cuadro en el flanco izquierdo de los alemanes. Eran tres batallones franceses con unos 2400 hombres. La descarga provenía concretamente de un cuadro formado por el 76º de Línea que rápidamente se convirtió en el objetivo de la caballería alemana.

Los primeros dragones que cargaron contra el cuadro del 76º fueron los del escuadrón del capitán Von der Decken que estaban en el flanco izquierdo de la brigada. Los hombres de Decken habían sido alcanzados por la descarga de mosquetes inicial cuando estaban a una distancia de 16 m. A pesar de recibir la descarga desde una distancia tan corta las bajas fueron pocas. Una segunda descarga mucho más devastadora alcanzó al escuadrón a unos 8 m. Irónicamente lo que en principio debía ser más perjudicial para los alemanes se convirtió por una casualidad en la destrucción de los franceses. El mismo Von der Decken, que había sido herido en la primera descarga, se las arregló para mantenerse sobre su silla de montar. La segunda descarga hirió de muerte a Von der Decken cuyo caballo se precipitó violentamente contra el cuadro francés llevándose por delante todo lo que encontró. El resultado fue un hueco en el cuadro francés, correspondiente al espacio ocupado por ocho hombres, por el cual los dragones pudieron penetrar en el cuadro y cargar con sus temibles espadas largas de hoja recta. El cuadro francés se convirtió en un caos de hombres muriendo o tirando sus armas y rindiéndose.

El resto de escuadrones de dragones pesados pasó de largo de esta dantesca escena y cargó contra los dos batallones del 6º Ligero que estaban intentando alcanzar unas alturas en el camino a Peñaranda. El segundo escuadrón del 1º de dragones de la Legión Alemana del rey estaba comandado por el capitán Von Reizenstein que dirigió a sus hombres contra el batallón más retrasado del 6º Ligero, todavía a cierta distancia de las alturas nombradas anteriormente. Mientras el batallón se esforzaba por llegar a lo alto, dos compañías, comandadas por el capitán Philippe, se dieron la vuelta e hicieron fuego contra los dragones alemanes. Los hombres de Von Reizenstein no se detuvieron y cuando alcanzaron a los franceses repartieron tajos a diestro y siniestro. Acabaron con los dos batallones pero la resistencia que los franceses habían ofrecido permitió al resto del regimiento alcanzar las alturas donde se reunieron con el segundo batallón del 6º Ligero que había alcanzado la cumbre unos minutos antes. Aquí, los dos batallones podrían haber sido protegidos por un escuadrón de cazadores de Curto pero, una vez más, la caballería francesa huyó dejando a su suerte a la infantería.

El 6º formó un cuadro muy precario que desde luego no aguantó la carga del 2º de dragones de la Legión Alemana de Rey. El cuadro se disolvió en un instante, cientos de hombres tiraron sus mosquetes y otros huyeron alcanzando la protección de cuatro batallones del 39º y 69º de Línea que estaban formando en cuadro en el camino a Peñaranda. El mismo Foy, que comandaba la retaguardia francesa, estaba en uno de esos cuadros.

La acción duró unos cuarenta minutos, pero en un período de tiempo tan corto ocurrió uno los ataques más famosos de las guerras napoleónicas. Es por esto por lo que el nombre de Garcihernández es conocido por muchas personas en todo el mundo. Los dragones alemanes perdieron 127 hombres entre muertos y heridos de los 700 que participaron en la acción pero infligieron unas 1100 bajas a los franceses que se retiraban.

El ejército aliado estaba demasiado exhausto como para perseguir a los franceses que se retiraron a gran velocidad por Peñaranda. Los aliados detuvieron la persecución en Flores de Ávila el 25 de julio. La campaña de Salamanca había terminado.