Pakenham y Thomieres
Tan pronto como Wellington se decidió a atacar, se lanzó al galope para dar órdenes a D'Urban y Pakenham de iniciar la batalla. Haciendo esto en persona minimizaba el riesgo de ser malinterpretado, así podía indicar exactamente dónde quería que se produjera el ataque.
Pakenham tenía que apoderarse del Pico de Miranda, la altura en el extremo oeste del Monte de Azán, envolviendo el flanco izquierdo francés, y luego debía avanzar a lo largo de la meseta llevándose por delante a la división de Thomières. Los dos regimientos de dragones portugueses de D'Urban, apoyados por el 1º de Húsares de la Legión Alemana del Rey y el 14º de Dragones Ligeros comandados por Arentschild, protegerían el flanco de la infantería del peligro que suponía la caballería de Curto.
Al mismo tiempo que Pakenham empujaba a los franceses a lo largo del Monte de Azán, La Quinta División de Leith y la caballería pesada de Le Marchant atacarían a los franceses por el centro cogiéndolos así entre dos fuegos.
Pakenham obedeció las órdenes rápidamente. Las pesadas ollas de campaña en las que los soldados estaban cocinando se vaciaron y empaquetaron para que las mulas las llevaran a retaguardia. Los regimientos de infantería desplegaron sus banderas y comprobaron sus mosquetes.
Pakenham dispuso su división en cuatro columnas, las dos más exteriores estaban formadas por la caballería de D'Urban, la tercera por las brigadas de Wallace y Power y la cuarta por la brigada de Campbell. La división marchaba en columnas de líneas, una formación que, llegado el momento, les permitiría formar en línea sin necesidad de detenerse.
El avance de Pakenham, de unos 4 km, no podía ser visto por los franceses ya que estaba oculto de la vista del enemigo por una larga cadena de colinas cubiertas de bosque. Thomières ignoraba el avance de Pakenham y no tomó la elemental precaución de proteger su columna con la caballería. De hecho, la caballería ligera de Curto que iba con él, marchaba en el centro de la columna en vez de en el flanco o en cabeza.
D'Urban se adelantó con dos ayudas de campo y, atisbando a través de unos árboles, vio a la cabeza de la División de Thomières pasar por delante del flanco derecho de la División de Pakenham, que estaba marchando oblicuamente hacia Thomières. D'Urban volvió hacia atrás y, reuniendo a sus tres escuadrones portugueses de caballería, el 11º Portugués y dos escuadrones del 14º de Dragones Ligeros como apoyo, salió de la cobertura que le daban los árboles y cargó sobre la compañía francesa que iba en cabeza. Dos escuadrones de dragones portugueses sufrieron considerablemente a causa del fuego francés, pero el tercer escuadrón, avalanzándose sobre el desordenado flanco izquierdo de la columna francesa, cargó con cierto éxito y acabó con un batallón completo.
El ataque hizo que la cabeza de la columna francesa chocara en su retirada con las filas subsiguientes, pero, más significativamente, alertó a Thomières de la peligrosa, por no decir fatal, situación en la que de repente se encontraba.
La División de Thomières se extendía unos 3 km hacia el oeste a lo largo de las alturas que terminan en el Pico de Miranda. Su división tenía tres regimientos. El 101º, el 62º y el 1º, con un total de ocho batallones, marchando uno detrás de otro pero con peligrosos intervalos entre ellos. Si la repentina aparición de la caballería de D'Urban en su flanco no fue suficiente para despertar el pánico, a Thomières se le debió helar la sangre cuando vio aparecer a la tercera División de Pakenham, la más temida del ejército de Wellington.
Los hombres de Pakenham surgieron de los árboles frente al Pico de Miranda a unos 800 m. El avance oblicuo de los hombres de Pakenham, realizado en tres columnas, les permitió desplegarse sin tener que detenerse. Solamente tenían que irse desplazando hacia la derecha y en pocos momentos habían formado una línea a partir de la columna abierta, con la brigada de Wallace al frente.
Tan pronto como Thomières y sus hombres se recuperaron del choque con la caballería aliada, el comandante mandó que se trajeran veinte cañones y que apuntaran hacia el avance de la División de Pakenham. La metralla y las balas empezaron a causar bajas entre los hombres de Pakenham. Al mismo tiempo la caballería de Curto entraba en acción, cargando sobre el flanco derecho de la línea de Pakenham. Afortunadamente los húsares de Arentschild se lanzaron al combate, golpeando duramente a los franceses y haciéndoles retirar sobre sus propias líneas.
Fue entonces cuando los escaramuzadores británicos empezaron a subir la colina camino de la cumbre del Pico de Miranda donde se encontraron con una enorme línea de escaramuzadores franceses. Los cañones de Thomières se cobraron muchas víctimas entre la infantería aliada, aunque este fuego de artillería se vio contestado por la batería de Douglas de la Tercera División que empezó a disparar por encima de la colina contra la derecha francesa.
Los escaramuzadores franceses se tuvieron que retirar muy tocados, cayendo sobre el grueso de la columna francesa que luchaba por desplegarse sobre la cresta del Pico de Miranda, una tarea que se iba haciendo más difícil según la brigada de Wallace avanzaba con determinación hacia ellos. Sin embargo los franceses se las arreglaron para disparar y con una oleada de disparos acabaron con docenas de Connaught Rangers. Pero la determinación del 88º aliado consiguió desanimar a las filas francesas. Cuando el mayor Murphy, comandante del 88º, fue herido de muerte delante de sus hombres, no hubo nada que les parara. El 88º hizo pagar cara la muerte de su oficial
Tal fue la furia del ataque del 88º que la División de Thomières se desmoronó rápidamente. El mismo Thomières resultó muerto y todos sus cañones capturados.
Los destrozados restos de división francesa llevaban entonces ya tiempo huyendo despavoridamente hacia el este, cayendo sobre la división de Maucune, que pronto iba a ser también hecha pedazos.