Consecuencias

La batalla de Los Arapiles tuvo como consecuencias inmediatas que el rey José Bonaparte, que acudía en tardío auxilio de Marmont, se volviera a Madrid; que Soult levantara el sitio de Cádiz; que el 10 de agosto el rey intruso abandonara la capital y marchara a Valencia adonde llegó el día 31, y que los aliados entraran el 12 de agosto en Madrid, cuya guarnición capituló el 14, entregando gran cantidad de armas y municiones y ciento ochenta piezas de artillería.

Sin embargo el victorioso año de 1812 no terminó bien para los aliados ya que tuvieron que retirarse de nuevo hacia la frontera portuguesa en los alrededores de Ciudad Rodrigo. En octubre de 1812 Wellington fracasó en el asedio a Burgos, su único desastre real en esta guerra, y se produjo una retirada que algunos describen como más caótica incluso que la de Moore en 1808-1809 hacia La Coruña.

En la primavera de 1813 el ejército aliado ya estaba recuperado y reforzado con soldados recién llegados de Inglaterra por lo que estaba preparado de nuevo para avanzar una vez más por la Península, pero esta vez hasta la frontera francesa, sin retirada, victorioso y derrocando al invencible Napoleón. Quizás el futuro de Europa cambió porque miles de hombres murieron en las estepas rusas y en el campo de Salamanca en 1812.

No obstante, cien años después Europa entera volvía a estar empapada en sangre.