Retirada francesa hacia el Duero
Como ya dijimos en el apartado anterior, una vez que los conventos fortificados de Salamanca habían caído en poder de los aliados, no había razón para que Marmont se mantuviese en los alrededores de Salamanca. La superioridad numérica de sus contrarios no podía menos de hacerle correr riesgos gratuitos. Por otra parte, la región estaba completamente agotada de víveres. Los armazones de los techos de las casa circundantes habían sido utilizados para encender las hogueras de los vivaques, y las reservas de alimentos que las tropas habían reunido al entrar en campaña se encontraban prácticamente consumidas. Al general en jefe francés no le quedaba otro remedio que retirarse sobre una posición que le ofreciera, a la vez, posibilidades de defensa y recursos para vivir. Para ello podía tomar la ruta de Arévalo, con objeto de mantenerse en comunicación con el rey José Bonaparte, o bien replegarse detrás del Duero, esperando a que se le reunieran las fuerzas de Bonnet que venían desde Asturias. Esto último era lo más juicioso, y por ello el Mariscal eligió esta solución, que le ofrecía la doble ventaja de situar al ejército de Portugal sobre el flanco de Wellington, si éste marchaba sobre Madrid, y cubrir el reino de León, donde todavía había ganado y grano, recuperando a la vez las guarniciones sobre el Duero, amenazadas por el ejército español de Galicia y los milicianos portugueses de Silveira.
Al amanecer del 28 de junio de 1812 el ejército de Marmont comienza su retirada en dirección noreste hacia Valladolid y establece una nueva posición defensiva detrás del río Duero.
Hubo pocos movimientos durante las dos primeras semanas de julio. Los franceses se situaron detrás del Duero entre Toro y Tordesillas, mientras que el ejército de Wellington se concentró al sur del Duero entre La Seca y Rueda. Durante este período de inactividad los hombres de ambos ejércitos se bañaban en el río cerca del Pollos y era común que los franceses y los aliados estuvieran metidos en el agua al mismo tiempo, los franceses en la orilla norte y los aliados en la sur.
El 7 de julio la división de Bonnet se une a Marmont. Suchet, y Soult habían enviado sendos despachos al rey José diciendo que no podían prescindir de ninguna de sus unidades para apoyar a Marmont.
El rey José, consciente del peligro que correría Madrid si Marmont era derrotado, reúne a todas las guarniciones de Castilla para ir en su ayuda. Sin embargo, esta valiosa fuerza de 13.000 hombres no sale de Madrid hasta el 21 de julio por lo que no llega a tiempo de participar en la batalla de los Arapiles.
El 16 de julio Marmont cruza el Duero. Envía a Bonnet y Foy por Toro, mientras que el grueso de su ejército se concentra en Tordesillas.
Después, cuando Wellington ya ha dividido parte de su fuerza hacia Fuente la Peña y Cañizal para oponerse a un avance francés hacia el sur por Toro, las divisiones de Bonnet y Foy recruzan rápidamente el Duero, destruyen el puente de Toro y se reúnen con el ejército principal que cruza el río por Tordesillas en la noche del 16 de julio. Esta estratagema tenía como objetivo pillar a Wellington a contra pie y de hecho por poco así ocurrió.
Al amanecer del 17 de julio las tropas de Marmont ocupan el terreno que antes estaba dominado por las tropas de Wellington que marcharon hacia el sudoeste.
Pero Wellington no cayó del todo en la trampa y, cauteloso y desconfiado como siempre, había dejado a las divisiones Cuarta y Ligera y a la caballería de Anson en Castrejon. El resto de su ejército estaba posicionado entonces entre Castrillo y Cañizal.
El combate de Castrejón
Una vez que Wellington se da cuenta de las intenciones de Marmont decide reintegrar su retaguardia al cuerpo principal del ejército. Wellington, siempre reticente a delegar, marcha el mismo a controlar este movimiento hacia Castrejón. Cuando llega allí se encuentra a algunas patrullas de caballería enfrentadas con la caballería enemiga.
Se produce una fuerte escaramuza que enfrenta a la caballería y artillería aliadas contra la caballería francesa apoyada por una fuerte columna de infantería.
Un escuadrón de caballería francesa carga contra el flanco aliado en el preciso momento que Wellington llega a la zona. Wellington y su estado mayor se ven obligados a desenvainar las espadas cuando los franceses llegan hasta ellos. Fue una seria advertencia y una verdadera oportunidad para los franceses de matar o capturar a Wellington. Sin embargo el 11º de dragones ligeros logra rechazar a los franceses.