Formación: El cuadro
Pero si la caballería asaltaba a la infantería antes de que pudiera desplegarse en cuadros, tenía casi asegurada la victoria, en particular si atacaba por detrás o por los flancos. Las líneas eran especialmente vulnerables al asalto de las tropas a caballo, como quedó demostrado en la batalla de Medellín; en Albuera, la brigada británica de Colborne fue casi exterminada cuando los jinetes enemigos cargaron contra ella mientras se encontraba desplegada en esta formación. Las columnas de infantería, al ser más sólidas y compactas, tenían más posibilidades de rechazar el ataque, sobre todo si se realizaba por los lados, pero la única formación realmente segura era el cuadro; las tropas napoleónicas de a pie siempre trataban de desplegarse así cuando se veían amenazadas por la caballería. Sin embargo, esta reacción muchas veces podía ser utilizada en contra suya. Al ver que los jinetes enemigos se disponían a cargar, la infantería formaba un cuadro, pero entonces era atacada por cañones y tropas de a pie, seguidas después por la caballería, que se limitaba simplemente a completar la destrucción.
El asalto de caballería consistía normalmente en la carga de los sucesivos escuadrones del regimiento, desplegado cada uno de ellos en dos líneas de soldados situados uno al lado del otro. Por tanto, un regimiento de cuatro escuadrones atacaba en una formación de ocho líneas dispuestas una a continuación de otra. Cada una de éstas tenía un frente de entre cuarenta y cincuenta hombres. No obstante, en terrenos adecuados y con espacio suficiente, podía desplegarse toda la unidad en una única línea, en tal caso, el frente era del orden de doscientos sables.