Lineas vs Columnas

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Sin embargo, en la Península, los comandantes franceses, muy raras veces utilizaron compañías de línea que no fuesen de voltigeurs para realizar escaramuzas. De hecho, incluso los batallones de infantería ligera se desplegaban siempre en formaciones de orden cerrado. Por tanto, una división imperial de ocho batallones típica ponía en combate alrededor de 800 hombres encargados de realizar escaramuzas, muchos menos de las que solían acompañar a las británicas. Por otro lado, aparte de esta debilidad numérica en las tropas de cobertura, los comandantes franceses cometieron otros errores tácticos. La complicada interacción y coordinación de líneas, columnas y tiralleurs que había caracterizado la victoriosa actuación de la infantería napoleónica desde finales de la década de 1780 apenas intervino en las batallas de la Península. Se ha querido atribuir este hecho al continuo deterioro de las tropas francesas en lo que a la experiencia militar de sus hombres de refiere; debido a él, los comandantes se veían obligados a utilizar formaciones tácticas primitivas. Pero, para sobrevivir en el campo de batalla, los soldados de Napoleón tenían que ser perfectamente capaces de realizar, en el fragor del combate y en todo tipo de terrenos, las complicadas evoluciones que realiza un ejército actual en el saludo a la bandera, por ejemplo, y la mayoría de la infantería francesa del período imperial podía luchar sin grandes problemas desplegada en muy diversas formaciones. La línea de tres en fondo, por ejemplo, formaba parte de la instrucción de las tropas y fue utilizada con excelentes resultados por la división de Ferey en los Arapiles, unos cuatro años después del comienzo de la guerra. Asimismo, en 1811, en Albuera, el V Cuerpo, apoyado por numerosos efectivos de infantería ligera, atacó en orden mixto y estuvo a punto de romper la línea aliada.

Sin embargo esta flexibilidad táctica se empleó en muy pocas ocasiones. Con demasiada frecuencia la infantería francesa avanzaba hacia líneas enemigas totalmente intactas en densas y estrechas columnas y sin el apoyo de las divisiones ligera, la artillería y la caballería. Los sucesivos escarmientos no impidieron a comandantes perspicaces e inteligentes como Soult mantener tan contraproducente práctica, a pesar de la oposición de muchos jóvenes oficiales.

Pero la historia de la guerra está llena de fenómenos similares; en los conflictos francoprusianos o en el de Secesión de Estados Unidos, los generales cargaron repetidas veces con una infantería agrupada en estrechas formaciones o una caballería que sólo blandía sables contra tropas cuyas armas eran más certeras y fáciles de cargar de lo que un soldado de la época de Napoleón hubiera imaginado nunca. Incluso en la Primera Guerra Mundial se lanzaron ejércitos contra ametralladoras atrincheradas y artillería de tiro rápido en formaciones similares a las utilizadas en las batallas que tuvieron lugar en la Península Ibérica más de cien años antes.

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